miércoles, 23 de abril de 2014

Resumen para el parcial

Teoría y praxis política en el pensamiento de Antonio Gramsci

 

Fundamentación


Antonio Gramsci es uno de los pensadores políticos contemporáneos más significativos. Sus aportes son insoslayables para pensar el peculiar entrelazamiento entre la teoría y la práctica políticas que signan el Siglo XX. Puede decirse que es un autor clásico, en el sentido que le da Norberto Bobbio: a. es un intérprete auténtico y único de su tiempo, para cuya comprensión se utilizan sus obras; b. siempre es actual y cada generación lo relee; c. ha construido teorías-modelo o conceptos clave que se emplean en la actualidad para comprender la realidad. Porque aunque no cabe duda de que el capitalismo de nuestros días se presenta en una forma diferente del capitalismo que estudió y contra el cual luchó Gramsci, ¿es diferente su sustancia? O, más aún, ¿ha sido superada por la historia toda la diversidad de formas de su existencia y de vías posibles para su superación revolucionaria examinadas o propuestas por Gramsci?




 

Volver sobre la obra del italiano siempre implica un gran desafío. Por una parte, se trata de ser lo más fiel posible al propio autor, teniendo en cuenta tanto la letra como el contexto histórico de su producción y su pertenencia teórico-política a la tradición marxista. Rescatar la dimensión histórica nos permitirá no perder de vista el origen de las preocupaciones gramscianas-arraigadas profundamente en la praxis-, a la vez que evitar extensiones improcedentes de sus conceptos y categorías de análisis.

 

  

 

La filosofía práctica enfatiza las relaciones entre el pensamiento, la acción humana y sus efectos; principalmente la ética y la filosofía política se derivan de los análisis especulativos de la realidad, interpretada de forma humana, histórica por tanto política.

 

 

La praxis política tiene como sentido, organizar a la sociedad jerárquicamente, determinar el rumbo de la misma y para llegar a entender las necesidades de la sociedad de una manera más profunda; para así satisfacerlas sea más sencillo.

 

 

Tiene como reto organizar una sociedad, pero para ello se enfrenta a grandes problemáticas sociales, por ejemplo tiene que analizar las necesidades de la sociedad a pesar de la pluralidad; tiene que aprender a emplear las acciones necesarias para satisfacer las demandas de la sociedad, entendiendo las diferencias que la distinguen de las demás.

 

 

 

 

 

Implica entender las cuestiones fundamentales sobre el gobierno, la libertad, la justicia, la propiedad, la autoridad, los derechos, la ética, la moral, es entender la realidad histórica que ha consolidado a la sociedad como tal, y aprovechar eso para dirigir a la sociedad por el camino deseado.

 

 

 

 

 

Para que se lleve a cabo, necesita que se esté verdaderamente comprometido tanto con la sociedad como con la realidad, tener la capacidad de analizar e interpretar la filosofía política; y el compromiso y responsabilidad de intervenir en la realidad para poder transformar el mundo real políticamente.

 

 

 

La política como ciencia se ha estudiado poco y se ha creído que se ejerce en demasía, se ha sobrevaluado su poder y se ha dejado a la improvisación su uso. La praxis política va mucho más allá de sólo entender la parte dogmática de una carta magna.

 

 

 

 

La política y los políticos


 

Día cero: Crisis de diciembre de 2001 en Argentina

 

 

La crisis de diciembre de 2001 en Argentina fue una crisis financiera y política generada por la restricción a la extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro denominada Corralito, que causaron la renuncia a la presidencia de Fernando de la Rúa el 20 de diciembre de 2001, y llevaron a una situación de acefalía presidencial. La mayor parte de los participantes de dichas protestas fueron autoconvocados, que no respondían a partidos políticos o movimientos sociales concretos. Su lema popular fue: "¡Que se vayan todos!". En los hechos murieron 39 personas por las fuerzas policiales y de seguridad, incluyendo 9 menores de 18 años.

 

 

También es parte de tu historia: vos la viviste pero quizás no la recuerdes……..

 

 

 

 

 




 


El gobierno de Fernando de la Rúa había asumido en 1999 en medio de una época de recesión, en parte favorecida por la Ley de Convertibilidad, vigente desde 1991, que fijaba la paridad del peso de Argentina y el dólar estadounidense. Si bien dicha política económica había resultado efectiva durante los primeros años del gobierno de Carlos Menem, a partir de 1997 comenzó a demostrar sus falencias. Para mantenerla saludable, se necesitaba el ingreso de divisas. En un principio, éste fue equilibrado por los ingresos a partir de las privatizaciones de empresas estatales y las pérdidas que estas ocasionaban. No obstante, cuando ya no ingresó el dinero suficiente al país, debido principalmente al bajo precio internacional de los granos, éste debió refinanciar su deuda a intereses más altos para mantener la ley.
La inestabilidad económica se percibía por los constantes cambios en el Ministerio de Economía.
La crisis llegó a un punto insostenible el 29 de noviembre de 2001, cuando los grandes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos monetarios de los bancos y, en consecuencia, el sistema bancario colapsó por la fuga de capitales y la decisión del FMI de negarse a refinanciar la deuda y conceder un rescate.

 

Diciembre de 2001 y el Corralito


 


Para contrarrestar la fuga de capitales, el 2 de diciembre se emitió un mensaje en Cadena Nacional donde Cavallo anunciaba la nueva política económica, que introdujo restricciones al retiro de depósitos bancarios, denominada popularmente como Corralito. En un principio la medida dictaba que el ahorrista sólo podía retirar 250 pesos cada semana, y que la medida duraría 90 días, sin embargo se podían hacer pagos con cheques.
La reacción popular fue muy negativa, especialmente la de la clase media, (teniendo en cuenta que la cifra de la restricción de retiros de 1.000 dólares mensuales era superior a los ingresos de la mayoría de la población) por lo que la crisis económica también desembocó en una crisis política. Durante todo diciembre hubo protestas, aunque la protesta masiva más importante estallaría los días 19 y 20 de diciembre.
La posición de De la Rúa se tornó inestable. Un intento de mediación entre la oposición y el gobierno a mediados de diciembre por parte de la Iglesia Católica fracasó.
Entre el 16 y el 19 de diciembre se produjeron saqueos a supermercados.

 

El estallido

 

 

 

El presidente Fernándo de La Rúa declara el estado de sitio por cadena nacional, el 19 de diciembre de 2001.

 


El 19 de diciembre de 2001 hubo importantes saqueos a supermercados y otra clase de tiendas en distintos puntos del conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Esa noche el presidente De la Rúa decretó el estado de sitio, y posteriormente en la ciudad de Buenos Aires salieron miles de personas a la calle a protestar contra la política económica del Gobierno que había establecido un límite a la extracción en efectivo del sueldo con el objeto de bancarizar la economía y mantener recursos dentro del sistema financiero (que había padecido una importante corrida en las últimas semanas).
A las 16 horas, el presidente De la Rúa, mediante un discurso transmitido por Cadena Nacional, anunciaba que no renunciaría a la presidencia e instaba a la oposición y otros sectores a dialogar abiertamente. El pedido fracasó.
Alrededor de las 19 horas, el presidente De la Rúa renunció luego de que fracasaran sus intentos políticos de salvar al Gobierno, saliendo de la Casa Rosada mediante un helicóptero. En esa jornada también murieron muchas personas en ciudades del interior del país, totalizando 39 muertos como consecuencia de la represión en los dos días,entre ellos nueve menores de 18 años.

 

Consecuencias

 

 

Una protesta de ahorristas contra bancos durante principios de 2002. Su refrán fue: «¡Chorros chorros chorros, devuelvan los ahorros!»


Durante los días y meses posteriores siguieron sucediéndose protestas y cacerolazos.
El movimiento provocó en primer lugar la renuncia de Fernando de la Rúa, lo que no frenó la crisis política. El día 20 se hacía cargo del poder ejecutivo el presidente de la Cámara de Senadores, del partido opositor, Ramón Puerta, quién convocó a una asamblea legislativa para elegir un nuevo presidente.
El día 23 asumía la presidencia Adolfo Rodríguez Saá también del partido opositor. Entre sus medidas estaba la suspensión del pago de la deuda externa, anuncio que fue hecho en el Congreso y acompañado por aplausos por parte de los presentes. Además prometió que sería reintegrado el dinero sustraído a los ahorristas (hecho que nunca sucedió) y la creación de un millón de puestos de trabajo, a través de los denominados planes Trabajar. También prometió un Presupuesto 2002 austero y un plan de trabajo integral.
El 30 de diciembre renunciaba Rodríguez Saá, alegando falta de apoyo político, lo que desencadenó una nueva ola de inestabilidad. Ante la negativa de Puerta, el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Camaño asumía el poder ejecutivo y también convocaba a una Asamblea Legislativa para nombrar un nuevo presidente.
El 2 de enero de 2002 asumia Eduardo Duhalde, el candidato a presidente del partido de la oposición que había perdido ante De la Rua en 1999, como presidente interino, anunciando que serían devueltos los montos sustraídos a la población en la misma cantidad en que habían sido depositados, con la frase: "el que depositó dólares, recibirá dólares", en la misma moneda en que éstos habían sido efectuados, así garantizaba la paz social y el fin de la controvertida Convertibilidad.
En su discurso de asunción Duhalde sintetizaba la situación socio-económica de la siguiente forma:

 

"No es momento, creo, de echar culpas. Es momento de decir la verdad. La Argentina está quebrada. La Argentina está fundida. Este modelo en su agonía arrasó con todo. La propia esencia de este modelo perverso terminó con la convertibilidad, arrojó a la indigencia a 2 millones de compatriotas, destruyó a la clase media argentina, quebró a nuestras industrias, pulverizó el trabajo de los argentinos. Hoy, la producción y el comercio están, como ustedes saben, parados; la cadena de pagos está rota y no hay circulante que sea capaz de poner en marcha la economía"

 


El gobierno de Duhalde pudo, en parte, estabilizar la economía, aunque la crisis social persistió, pudiéndose citar la Masacre de Avellaneda, del 26 de junio de 2002 como una importante protesta.

 

Impacto

 


Las experiencias organizativas y económicas acontecidas a partir del argentinazo han inspirado en diferente medida a varios movimientos políticos aún cuando los protagonistas de este a nivel general no estuvieran movilizados por una línea política definida. Uno de los que más destaca la importancia de aquellas es el movimiento libertario internacional que ve en el antipartidismo, pero sobre todo en el surgimiento de asambleas barriales de democracia directa, empresas recuperadas y la economía asociativa, una muestra de la posibilidad de autogobierno.

 

 



Fines del siglo XIX, Principio SXX. Alemán. Tendencia política liberal.

Weber plantea la necesidad de reformular los temas ya caducos de la democracia representativa e indagar en un proceso de reorganización de las relaciones entre sociedad y estado
En el poder se encontraba la clase aristocrática (Junkers). Los burgueses pasaban a segundo lugar porque no tenían demasiado acceso al poder.
 Weber piensa que los Junkers no podían monopolizar la vida política de la sociedad alemana. Pero a su vez considera que la clase obrera o burguesa no podían hacer lo por no poseer madurez política necesaria.
 Weber plantea la necesidad de un esquema que articule democracia, capitalismo y sistema político. (Situar intereses políticos por arriba de otra situación)
El problema central de la política es el de la eficacia del poder, no el ejercicio de la representación. (Weber se basa en la eficacia del poder y no en el ejercicio del poder)
El estado es la máxima expresión de una organización política. El medio específico que todo estado debe utilizar para obtener su fin es la coerción física, tiene el monopolio legítimo de los medios de violencia para que el orden político sea duradero y estable.          
La legitimidad es el fundamento principal del poder política, ya que transforma un pode de hecho, en un poder de derecho.
Entendemos, por poder que alguien pueda imponer voluntad sobre otro aun cuando el otro se le oponga.
Otra forma de ejercer el poder es la dominación, donde tenemos 2 sujetos, el dominante que impone mandato y el dominado que obedece, este ultimo asume como propio el mandato de dominante.

 

“El concepto de poder político en la obra de Max Weber”
 


Fines del siglo XIX, Principio SXX. Alemán. Tendencia política liberal.

 Plantea la necesidad de reformular los temas ya caducos de la democracia representativa e indagar en un proceso de reorganización de las relaciones entre sociedad y estado

En el poder se encontraba la clase aristocrática (Junkers). Los burgueses pasaban a segundo lugar porque no tenían demasiado acceso al poder.

 Weber piensa que los Junkers no podían monopolizar la vida política de la sociedad alemana. Pero a su vez considera que la clase obrera o burguesa no podían hacer lo por no poseer madurez política necesaria.

 Weber plantea la necesidad de un esquema que articule democracia, capitalismo y sistema político. (Situar intereses políticos por arriba de otra situación)

El problema central de la política es el de la eficacia del poder, no el ejercicio de la representación. (Weber se basa en la eficacia del poder y no en el ejercicio del poder)

El estado es la máxima expresión de una organización política. El medio específico que todo estado debe utilizar para obtener su fin es la coerción física, tiene el monopolio legítimo de los medios de violencia para que el orden político sea duradero y estable.            

La legitimidad es el fundamento principal del poder política, ya que transforma un pode de hecho, en un poder de derecho.

Entendemos, por poder que alguien pueda imponer voluntad sobre otro aun cuando el otro se le oponga.

Otra forma de ejercer el poder es la dominación, donde tenemos 2 sujetos, el dominante que impone mandato y el dominado que obedece, este ultimo asume como propio el mandato de dominante. 

Existen tres tipos de dominación legítima:

Existen tres tipos de dominación legítima:

a).- De carácter racional: que descansa en la creencia

en la legitimidad de ordenaciones estatuidas y de los

derechos de mando de los llamados por esas

ordenaciones a ejercer la autoridad (autoridad legal).

b).- De carácter tradicional: que descansa en la creencia

cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron

desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad

(autoridad tradicional).

c).- De carácter carismático: que descansa en la

entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o

ejemplo de una persona y a las ordenaciones por ella

creadas o relevadas (autoridad carismática).

• En el caso de la autoridad legal se obedecen las

ordenaciones impersonales y objetivas legalmente

estatuidas y las personas por ellas designadas,

dentro del círculo de su competencia.

• En el caso de la autoridad tradicional se obedece a la

persona del señor llamado por la tradición y vinculado

por ella ( en su ámbito) por motivos de piedad, en el

círculo de lo que es consuetudinario.

• En el caso de la autoridad carismática se obedece al

caudillo carismáticamente calificado por razones de

confianza personal en la revelación, heroicidad o

ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su

carisma tiene validez.

La utilidad de la división anterior sólo puede mostrarla

el rendimiento sistemático que con ella se busca.

2.- La dominación legal con administración

burocrática.

La dominación legal descansa en la validez de lo siguiente.

 


 

El concepto de acción política ocupa un lugar fundamental en

 

 

 

el pensamiento de Hannah Arendt. La relevancia de este concepto

 

 

 

reside en que está estrechamente vinculado con los conceptos de

 

 

 

mundo de la vida político y de libertad. La teoría política de Arendt

 

 

 

se ocupa de describir cuáles son las condiciones para que la política

 

 

 

tenga lugar y de qué modo se lleva a cabo la construcción del mundo

 

 

 

político. Como es sabido, Hannah Arendt toma como punto

 

 

 

de referencia lo que ella denomina “La condición humana” y sus

 

 

 

actividades fundamentales: la vita activa y la vita contemplativa.

 

 

 

La primera está compuesta por tres actividades: la labor, el trabajo

 

 

 

y la acción. Esta triada hace las veces de un modelo heurístico que

 

 

 

da cuenta del sentido de tres actividades básicas del ser humano.

 

 

 

En primer lugar, a las actividades dirigidas a la conservación de

 

 

 

la vida y que tienen un carácter cíclico y de necesidad, Arendt las

 

 

 

denomina labor. En segundo lugar, a las actividades que tienen

 

 

 

un carácter procesual, y están determinadas por la lógica mediosfines,

 

 

 

las denomina producción o trabajo. Finalmente, la acción

 

 

 

es la actividad mediante la cual resulta posible la construcción y

 

 

 

transformación del mundo.

 

 

 

Este trabajo se propone presentar los caracteres básicos de la

 

 

 

teoría de la acción de Hannah Arendt, para ello desarrolla los siguientes

 

 

 

pasos: (1) presenta la relación de la acción con el concepto

 

 

 

de praxis, (2) señala la determinación fundamental de la acción a partir de la pluralidad; (3) se ocupa de la manera como la acción

 

 

 

tiene comienzo a partir de la libertad y no de la toma de decisión

 

 

 

volitiva. (4) Del mismo modo, presenta la relación de la acción

 

 

 

con la historia y cómo esta última le otorga su sentido general. (5)

 

 

 

Una vez presentados los rasgos generales del concepto de acción, se

 

 

 

dirige la atención a los elementos fundamentales de su estructura:

 

 

 

principio, fin, meta, motivación. (6) Posteriormente, se dirige de

 

 

 

nuevo la mirada hacia la relación entre la acción y el mundo, en

 

 

 

particular hacia el espacio público. (7) Finalmente se presentan

 

 

 

algunas consideraciones sobre la relación entre la libertad política,

 

 

 

el poder y el concepto de acción.

 

 





 

 

 

 

 

Acción y pluralidad

 

 

 

 

 

 

 

Arendt presenta, en primer lugar, a la acción como la actividad

 

 

 

mediante la cual los seres humanos pueden transformar el mundo

 

 

 

de la vida político; para ello se requiere de la participación de la

 

 

 

comunidad, de la existencia de un espacio público en el que los

 

 

 

ciudadanos puedan obrar, expresar y deliberar libremente. En

 

 

 

este sentido, la acción es la “actividad política por excelencia” y

 

 

 

la “natalidad” “es “la categoría central del pensamiento político”

 

 

 

(Arendt, La condición humana, 1993, p. 23). Así como el nacimiento

 

 

 

de un nuevo ser transforma la estructura y aún el espacio de

 

 

 

la comunidad familiar que lo recibe, del mismo modo la puesta en

 

 

 

marcha de la acción genera consecuencias imprevistas en el tejido

 

 

 

social. A juicio de Arendt, la “natalidad” es una categoría central de

 

 

 

la política, pues equivale al ejercicio de libertad de los ciudadanos

 

 

 

en el espacio público y a la posibilidad que ellos tienen de realizar

 

 

 

proyectos que enriquezcan la tradición y que constituyan el aporte

 

 

 

de esa generación al mundo de la vida político.

 

 

 

La acción funge como una actividad determinada por los siguientes

 

 

 

elementos:

 

 

 

a. La acción se caracteriza especialmente porque sigue un principio.

 

 

 

Este concepto lo retoma Arendt de las investigaciones de

 

 

 

Montesquieu sobre los diversos tipos de regímenes políticos y

 

 

 

de cómo ellos están determinados por un principio. El principio

 

 

 

tiene una doble perspectiva, de una parte psicológica, desde

 

 

 

la cual funge al modo de convicciones individuales y a la vez

 

 

 

propias de una comunidad. De otra parte, el principio hace

 

 

 

referencia a los valores, convicciones y creencias que una comunidad

 

 

 

comparte y que a la vez determinan la manera como

 

 

 

se interrelacionan las personas cuando buscan dirimir asuntos

 

 

 

públicos, en los que no basta aplicar una norma establecida,

 

 

 

o que no pueden ser resueltos por un especialista que conoce

 

 

 

de antemano la solución gracias a su experticia en el tema.

 

 

 

Ejemplos de principios son: el honor, la libertad, la igualdad,

 

 

 

la justicia, la solidaridad, entre otros. Arendt aclara que ellos

 

 

 

varían históricamente y que difieren entre las comunidades

 

 

 

políticas. Además, existe una correlación entre el principio

 

 

 

que encarnan las comunidades y el tipo de gobierno: así, a

 

 

 

la democracia corresponde el principio de la libertad, y a la

 

 

 

monarquía el del honor.

 

 

 

El principio tan solo pertenece a las acciones (y no a la

 

 

 

estructura general de las actividades de la labor y de la producción),

 

 

 

pues de una parte se forma a partir de las perspectivas

 

 

 

que han consolidado cierto estilo de actuar, y de otra parte, no

 

 

 

puede equipararse a la representación que guía el proceso de

 

 

 

producción. El principio, sostiene Arendt, “pone en marcha

 

 

 

la acción”, aunque no sea su “causa inmediata” o aquello que

 

 

 

la desencadena (Arendt, Qué es la política, 1977, p. 134). Esto

 

 

 

significa que si bien la acción requiere del primer paso que dan

 

 

 

uno o varios agentes, por ejemplo, en la deliberación sobre la

 

 

 

conveniencia de la guerra, con todo su origen está en el prin cipio, que es anterior a las tomas de posición de los agentes

 

 

 

y que sobrevive al carácter transitorio y fútil de la acción. En

 

 

 

efecto, una vez que los agentes han deliberado, sus discursos

 

 

 

y los efectos de los mismos no se pueden preservar mediante

 

 

 

la acción misma, sino a través de la producción de textos, de

 

 

 

medios técnicos que almacenen o preserven lo dicho o de la

 

 

 

ley. Los efectos de la acción son muy diversos, y van desde la

 

 

 

consagración (o derogación) de una ley, hasta la resolución de

 

 

 

declarar la guerra. Por su carácter impredecible, no se puede

 

 

 

saber con certeza, ni de cuando comienzan, ni de cuando

 

 

 

terminan las acciones, pero los agentes tampoco tienen suficiente

 

 

 

claridad del sentido de sus acciones, así no tengan duda

 

 

 

alguna sobre los objetivos y principios de su actuar. Como se

 

 

 

dijo anteriormente, Arendt sostiene que la tarea de descifrar el

 

 

 

sentido y las consecuencias de las acciones corresponde tanto

 

 

 

a los historiadores como a los literatos y/o poetas.

 

 

 

En definitiva, el principio no es, como lo puede ser la convicción,

 

 

 

una posesión exclusiva de un individuo y por ello no

 

 

 

funge como la causa inmediata de la acción, pues ésta tendría

 

 

 

que ver más con la motivación. Por ejemplo, el dolor por el

 

 

 

secuestro de un hijo, que lleva a que varios padres de familia

 

 

 

se unifiquen y, sin saberlo o proponérselo, realicen una acción.

 

 

 

En orden a descifrar el ser propio de la acción, es necesario

 

 

 

tener presente el carácter fundamental que en ella juegan los

 

 

 

principios y cómo están arraigados en las convicciones, costumbres,

 

 

 

creencias y estados anímicos fundamentales de los

 

 

 

agentes, en definitiva en el ethos, esto es, en el estilo propio de

 

 

 

actuar de una comunidad, el cual funge al modo de un carácter.

 

 

 

Adicionalmente, llama la atención que aún la acción

 

 

 

violenta se rige por principios, como el temor en el caso de la

 

 

 

tiranía. Esto daría pie a establecer una cierta jerarquía en los

 

 

 

principios, bajo el criterio de en qué medida ellos permiten la

 

 

 

realización de lo humano, de la política, o si se quiere de la libertad.

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

 

 

Arendt, H. (1967). Sobre la revolución. Revista de Occidente, Madrid.

 

 

 

Arendt, H. (1977). Qué es la política. Barcelona: Paidós.

 

 

 

Arendt, H. (1993). La condición humana. En G. Ramón (Trad.). Barcelona:

 

 

 

Paidós.

 

 

 

Arendt, H. (1996). Entre el pasado y el futuro. Barcelona: Península.

 

 

 

Aristóteles. (1970). Ética a Nicómaco. En M. Araujo,& M. Julián, Versión

 

 

 

bilingüe. Madrid: Instituto de estudios políticos.

 

 

 

Aristóteles. (1990). Metafísica. En V. García, Versión trilingüe. Gredos.

 

 

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