martes, 27 de mayo de 2014


Definiciones de los clásicos.


  1. Cicerón: Es una multitud de hombres ligados por la comunidad del derecho y de la utilidad para un bienestar común y apoyo a la comunidad.
  2. J. Bodino: Es un conjunto de familias y sus posesiones comunes gobernadas por un poder de mando según la razón.
  3. F. C. von Savigny: Es la representación material de un pueblo.
  4. I. Kant: Es una variedad de hombres bajo leyes jurídicas.
  5. F. Oppenheimer: Es la institución social impuesta por el grupo victorioso al derrotado, con el propósito de regular su dominio y de agruparse contra la rebelión interna y los ataques del exterior.
  6. F. Lasalle: El Estado es la gran asociación de las clases pobres.
  7. T. Hobbes: Una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como la juzgue oportuno, para asegurar la paz y la defensa común.
  8. L. Duguit: Es una corporación de servicios públicos controlada y dirigida por los gobernantes.
  9. G. W. F. Hegel: El Estado es la conciencia de un pueblo.
  10. Hegel, 1986: El Estado es la realidad de la idea ética; es el espíritu ético en cuanto voluntad patente, clara por sí misma, sustancial, que se piensa y se conoce, y que se cumple lo que él sabe y cómo lo sabe. En lo ético el Estado tiene su existencia inmediata; y en la conciencia de sí del individuo, en su conocer y actividad tienen su existencia mediata, y esta conciencia de sí, por medio de los sentimientos, tiene su libertad sustancial en él, como su esencia, fin y producto de su actividad.
  11. H. Grocio:La asociación perfecta de hombres libres unidos para gozar de sus derechos y para la utilidad común. Es la asociación política soberana que dispone de un territorio propio, con una organización específica y un supremo poder facultado para crear el derecho positivo.
  12. Karl Marx: El Estado no es el reino de la razón, sino de la fuerza; no es el reino del bien común, sino del interés parcial; no tiene como fin el bienestar de todos, sino de los que detentan el poder; no es la salida del estado de naturaleza, sino su continuación bajo otra forma. Antes al contrario, la salida del estado de naturaleza coincidirá con el fin del Estado. De aquí la tendencia a considerar todo Estado una dictadura y a calificar como relevante sólo el problema de quién gobierna (burguesía o proletariado) y no el cómo.

Definiciones de tratadistas modernos


  1. Jellinek: Es una asociación de hombres sedentarios dotada de un poder de mando originario.
  2. Bluntschli: Es la personificación de un pueblo.
  3. Spengler: El estado es la historia considerada sin movimiento. La historia es el Estado pensado en el movimiento de influencia.
  4. Kelsen: El Estado es el ámbito de aplicación del derecho.

El Estado es el derecho como actividad normativa.

El derecho es el Estado como una actividad normada.

"En el Estado alcanza su personalidad jurídica."

  1. Carré de Malberg: Es la comunidad política con un territorio propio y que dispone de una organización.

Es la comunidad de hombres sobre un territorio propio y organizados en una potestad superior de acción y coerción.

  1. Adolfo Posada: Son los grupos sociales territoriales con poder suficiente para mantenerse independientes.
  2. Herman Heller: El Estado es la conexión de los quehaceres sociales. El poder del Estado es la unidad de acción organizada en el interior y el exterior. La soberanía es el poder de ordenación territorial exclusiva y suprema.
  3. Herman Heller: El Estado es la organización política soberana de dominación territorial. Es la conexión de los poderes sociales.
  4. Groppali: Es la agrupación de un pueblo que vive permanentemente en un territorio con un poder de mando supremo representado éste en el gobierno.
  5. Max Weber: El Estado es la coacción legítima y específica. Es la fuerza bruta legitimada como "última ratio", que mantiene el monopolio de la violencia.
  6. Definición ahistórica: Estado es la forma política suprema de un pueblo.

El estado

http://www.youtube.com/watch?v=U5tUT0zAXtw


Observe el siguiente link. Extraiga conclusiones.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Cómo se ejerce el poder

MICHEL FOUCAULT

Cómo se ejerce el Poder
Para algunos, interrogarse sobre el "cómo" del poder consiste en limitarse a describir sus

efectos sin ponerlos nunca en relación con una naturaleza ni con causas. Esto significa

transformar este poder en una sustancia misteriosa a la que se cuidan de interrogar

seguramente porque prefieren no ponerla en tela de juicio. Suponen que en todo este

engranaje existe un fatalismo del cual no se ofrece explicación alguna. Pero ¿acaso su

desconfianza no muestra que incluso ellos mismos suponen que el Poder es algo que existe

con su origen por un lado, su naturaleza, por el otro, y, por último, sus manifestaciones?

Si concedo, por mi parte, un privilegio provisional a la cuestión del "cómo", no es porque

quiera eliminar la cuestión del qué o del porqué. Es tan sólo para plantearla de otra manera. O

mejor, para saber si es legítimo imaginar un "Poder" al cual se una un qué, un por qué, un

cómo. Para expresarlo de manera tajante, se puede decir que iniciar el análisis por el "cómo"

es introducir la sospecha de que el "Poder" no existe; en todo caso es preguntarse qué

contenidos asignables puede uno describir cuando se usa el término majestuoso, globalizante

y sustantificador; es sospechar que se deja escapar un conjunto de realidades demasiado

complejas cuando uno se estanca indefinidamente ante la doble interrogante: ¿qué es el

Poder?¿de dónde viene el Poder? La pregunta, tan llena y empírica: ¿Cómo es? utilizada para

explorar el terreno no tiene como función el hacer aceptar de manera fraudulenta una
"metafísica" o una "ontología" del poder, sino intentar hacer una investigación crítica en la



temática del poder.
1. "Cómo", no en el sentido de "¿cómo se manifiesta?" sino "¿cómo se ejerce, qué

sucede cuando unas personas ejercen su poder sobre otras?"

Primeramente es preciso diferenciar este "poder" de aquél que se ejerce sobre las cosas, y

que da la capacidad de modificarlas, utilizarlas, de consumirlas o de destruirlas. Un poder que

remite a aptitudes directamente inscritas en el cuerpo o mediatizadas por instrumentos. En

este caso se trata de "capacidad". Por el contrario, lo que caracteriza al poder que nosotros

analizamos es que pone relaciones entre personas (o entre grupos). No hay que engañarse: si

se habla del poder de las leyes, de las instituciones o de las ideologías, si se habla de

estructuras o de mecanismos de poder, sólo es en la medida en la que se supone que "alguien"

ejerce un poder sobre otros. El término de "poder" designa relaciones entre "miembros

asociados" (al decir esto no pienso en un sistema de juego, sino simplemente y

permaneciendo por el momento en lo más general, en un conjunto de acciones que se inducen

y que responden unas a otras).

También es necesario diferenciar las relaciones de poder de las relaciones de

comunicación que trasmiten información a través de la lengua, de un sistema de signos o de

cualquier otro medio simbólico. Comunicar siempre es, sin lugar a dudas, una determinada

manera de actuar sobre el otro o los otros. Pero el producir y el poner en circulación

elementos significantes puede tener también como objetivo o como consecuencia, ciertos

efectos de poder que no son simplemente un aspecto de los primeros. Las relaciones de poder

tienen su especificidad, pasen o no por sistemas de comunicación.

Por lo tanto, no se debe confundir "relaciones de poder", "relaciones de comunicación" y

"capacidades objetivas". Lo cual no quiere decir que se trata de tres terrenos separados; y que,

por un lado existe el terreno de las cosas, de la técnica dotada de un fin, del trabajo y de la

transformación de la realidad; del otro, el terreno de los signos, de la comunicación, de la

reciprocidad y de la fabricación de sentido; y por último, el de la dominación de los medios de

2

coerción, de la desigualdad y de la acción de los hombres sobre los hombres [2]. Se trata de

tres tipos de relación que, de hecho, están siempre imbricados, dándose un apoyo recíproco y

sirviéndose de instrumentos mutuamente. El empleo de capacidades objetivas en sus formas

más elementales implica relaciones de comunicación (ya sea que se trate de información

previa o de trabajo compartido); también está ligado a relaciones de poder (ya sea que se trate

de tareas obligatorias, de actitudes impuestas por una tradición o por un aprendizaje, de

subdivisiones o de distribución más o menos obligatoria de trabajo). Las relaciones de

comunicación implican actividades dotadas de un fin (aunque sólo sea la utilización

"correcta" de elementos significantes) y producen efectos de poder por el sólo efecto de que

modifican el campo informativo de quienes participan en ella. Por su parte, las relaciones de

poder se ejercen, en una medida extremadamente importante, a través de la producción y el

intercambio de signos; y también se pueden disociar de las actividades dotadas de un fin, ya

sea que se trate de las que permitan ejercer ese poder (como las y técnicas de amaestramiento,

los procedimientos de dominación, las maneras de obtener la obediencia) o las que precisa

para que se lleven a cabo relaciones de poder (como en la división del trabajo y la jerarquía de

las tareas).

Evidentemente la coordinación entre estos tres tipos de relaciones no es uniforme ni

constante. En ninguna sociedad hay un tipo general de equilibrio entre las actividades dotadas

de un fin, los sistemas de comunicación y las relaciones de poder. Más bien existen diversas

formas, diversos lugares, diversas circunstancias u ocasiones en las que estas interrelaciones

se establecen según un modelo específico. Pero también existen "bloques" en los cuales el

ajuste de capacidades, las redes de comunicación y las relaciones de poder constituyen

sistemas regulados y concertados. Sirva de ejemplo una institución escolar: su disposición

espacial, el reglamento meticulosos que rige su vida interior, las diferentes actividades que se

organizan en ella, los diversos personajes que viven o se reúnen allí, cada uno con una

función, un lugar, un rostro bien definido; todo esto constituye un "bloque" de capacidadcomunicación-

poder. La actividad que permite el aprendizaje y la adquisición de las aptitudes

o de los tipos de comportamiento se desarrolla a través de todo un conjunto de

comunicaciones ordenadas (clases, preguntas y respuestas, órdenes, exhortaciones, signos

codificados de obediencia, signos que permiten distinguir el "valor" de cada uno de los

niveles de saber) ya a través de toda un serie de procedimientos de poder (vigilancia,

recompensa y castigo, jerarquía piramidal, el hecho de que sea una organización cerrada).

Estos bloques en los que el uso de capacidades técnicas, el juego de las comunicaciones y

las relaciones de poder se ajustan unas a otras, de cuerdo con fórmulas pensadas, constituyen
lo que se puede llamar, ampliando un poco el sentido del término, "disciplinas". El análisis



empírico de algunas disciplinas tal y como se constituyen históricamente presenta por eso

mismo cierto interés. Ante todo porque las disciplinas muestran, de acuerdo con esquemas

artificialmente claros y decantados, la manera en que los sistemas de finalidad objetiva, de

comunicaciones y de poder pueden articularse unos con otros. También porque muestran

diferentes modelos de articulaciones (ya con supremacía de las relaciones de poder y

obediencia, como en las disciplinas de tipo monástico o penitenciario; ya con supremacía de

actividades dotadas de un fin, como en las disciplinas de talleres o de hospitales; ya con

supremacía de las relaciones de comunicación, como en el caso de las disciplinas de

aprendizaje; ya incluso con una saturación de los tres tipos de relaciones como en la disciplina

militar, en la que una plétora de signos marca hasta la redundancia relaciones de poder

rigurosa y cuidadosamente calculadas para procurar un cierto número de efectos técnicos).

Por disciplinarización de las sociedades -en Europa desde el siglo XVIII- ciertamente no

debe entenderse que los individuos se hayan vuelto cada vez más obedientes, ni que tengan

cierta semejanza con cuarteles, escuelas o cárceles; sino que en ellas se ha buscado un ajuste

cada vez mejor controlado -cada vez más racional y económico- entre las actividades

productivas, las redes de comunicación y el juego de las relaciones de poder.

3
Por lo tanto, abordar el tema del poder a través de un análisis del "cómo" significa

efectuar diversos desplazamiento críticos en relación con el hecho de suponer un "Poder"



fundamental. Es poner como objeto de análisis relaciones de poder y no un poder. Relaciones

de poder que son distintas de las capacidades objetivas tanto como de las relaciones de

comunicaciones. Relaciones de poder que se pueden captar en la diversidad de su

encadenamiento con esas capacidades y esas comunicaciones.
2. ¿En qué consiste la especificidad de las relaciones de poder?

El ejercicio del poder no es simplemente una relación entre "miembros", individuales o

colectivos. Es un modo de acción de unos sobre otros. Lo cual quiere decir, evidentemente,

que no hay algo como "el Poder" que pudiera existir globalmente, en bloque o difusamente,

concentrado o distribuido: sólo existe el poder que ejercen "unos" sobre "otros". El poder

existe únicamente en acto, incluso si éste se inscribe en un campo de posibilidad disperso que

se apoya en estructuras permanentes. Esto quiere decir también que el poder no pertenece al

orden del consentimiento, en sí mismo no es renuncia a una libertad, transferencia de derecho,

poder de cada uno de los miembros delegado en algunos (lo cual no impide que el

consentimiento pueda ser una condición para que la relación de poder exista y se mantenga).

La relación de poder puede ser el efecto de un consentimiento anterior o permanente; no está
en su naturaleza propia la manifestación de un consensus.



¿Quiere esto decir que es preciso buscar el carácter propio de las relaciones de poder del

lado de una violencia que será su forma primitiva, su secreto permanente y su último recurso -

lo cual aparece en última instancia como su verdad, cuando se ve obligado a quitarse la

máscara y mostrase tal como es? De hecho, lo que define una relación de poder es un modo de

acción que no actúa directa e inmediatamente sobre los otros, sino que actúa sobre su propia

acción. Una acción sobre la acción, sobre acciones eventuales o concretas, futuras o presentes.

Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo, sobre cosas: fuerza, doblega, quiebra

destruye; contiene todas la posibilidades. Por lo tanto, no tiene cerca de ella otro polo que el

de la pasividad; y si encuentra resistencia no tiene más remedio que reducirla. Por el

contrario, una relación de poder se articula sobre dos elementos que le son indispensables para

que sea justamente una relación de poder: que "el otro" (aquél sobre el cual se ejerce) sea

reconocido y permanezca hasta el final como sujeto de acción; y que se abra ante la relación

de poder todo un campo de respuestas, reacciones, efectos, invenciones posibles.

Es obvio que hacer uso de las relaciones de poder no es emplear exclusivamente la

violencia u obtener el consentimiento. Sin duda alguna, ningún ejercicio del poder puede

prescindir de uno o de otro, y con frecuencia de ninguno de los dos. Pero aunque constituyen

sus instrumentos o sus efectos, no por ello se puede decir que sean su principio o su

naturaleza. El ejercicio del poder puede suscitar toda la aceptación que se quiera, puede

acumular los muertos y protegerse detrás de todas las amenazas que pueda imaginar. En sí

mismo no es una violencia que en ocasiones logra ocultarse ni un consentimiento que renueva

su vigencia implícitamente. Es un conjunto de acciones sobre acciones posibles: opera en el

terreno de la posibilidad al cual se inscribe el comportamiento de los sujetos que actúan:

incita, induce, desvía, facilita, amplia o limita, hace que las cosas sean más o menos

probables; en última instancia obliga o prohíbe terminantemente. Pero siempre es una manera

de actuar sobre uno o sobre sujetos activos, y ello mientras éstos actúan o son susceptibles de

actuar. Una acción sobre acciones.
El término conduite [3] incluso con el equívoco que encierra quizás sea uno de los que

mejor permite captar lo específico de las relaciones de poder. La conduite es tanto el acto de



"llevar" a los otros (de acuerdo con mecanismos de coerción más o menos estrictos), como la

manera de comportarse en un terreno más o menos abierto de posibilidades. El ejercicio del

poder consiste en "conducir conductas" y en preparar la probabilidad. En el fondo, el poder se

4

encuentra menos en el orden del enfrentamiento entre dos adversarios o en el compromiso de

uno frente a otro, que en el orden del "gobierno". Hay que dejar a este término el amplio

significado que tenía en el siglo XVII. No sólo se refería a estructuras políticas y a la

administración de los Estados; sino que designaba la manera de dirigir la conducta de

personas o grupos: gobierno de los niños, de las almas, de las comunidades, de las familias, de

los enfermos. No sólo incluía formas instituidas y legítimas de sujeción política o económica;

sino modos de acción más o menos pensados y calculados, destinados todos a actuar sobre las

posibilidades de acción de otros individuos. En este sentido, gobernar es estructurar el campo

de acción eventual de otros. Por lo tanto, el modo de relación propio del poder no debe

buscarse del lado de la violencia ni de la lucha, ni del lado del contrato o del nexo voluntario

(que a lo sumo pueden ser sólo instrumentos); sino del lado de ese modo de acción singular -

ni bélico ni jurídico- que es el gobierno.

Cuando se define el ejercicio del poder como un modo de acción sobre las acciones de los

otros, cuando se le caracteriza como el "gobierno" de unos hombres sobre otros -en el sentido

más amplio de esta palabra- se debe incluir siempre un elemento importante: la libertad. El

poder sólo se ejerce sobre "sujetos libres" y mientras son "libres". Con ello entendemos

sujetos individuales o colectivos que tienen ante sí un campo de posibilidad en el cual se

pueden dar diversas conductas, diversas reacciones y diversos modos de comportamiento.

Cuando las determinaciones están saturadas, no existe relación de poder; la esclavitud no es

una relación de poder cuando el hombre está encadenado (en este caso se trata de una relación

física de coerción) sino cuando éste puede desplazarse y en última instancia escaparse. Por lo

tanto no hay un enfrentamiento de poder y libertad, ni éstos mantienen una relación de

exclusión (cada vez que se ejerce el poder, desaparece la libertad); sino un juego mucho más

complejo: en ese juego, la libertad aparece efectivamente como condición de existencia del

poder (en tanto condición previa, ya que es necesario que exista la libertad para que se ejerza

el poder; tanto como su apoyo permanente ya que si se sustrajera por completo del poder que

se ejerce sobre ella, éste desaparecería inmediatamente y tendría que buscar un sustituto en la

coerción lisa y llana de la violencia). Pero al mismo tiempo, la libertad tiene que presentar una

oposición a un ejercicio del poder que en última instancia tiende a determinarla enteramente.

Por lo tanto no se puede separar la relación de poder y la insumisión de la libertad. La

"servidumbre voluntaria" no es el problema central del poder (¿Cómo podríamos desear ser

esclavos?): la reluctancia de la voluntad y la intransitividad de la libertad se encuentran en el

centro de la relación de poder y sin cesar la "provocan". Sería más conveniente hablar de un
"agonismo" (de una relación que es de lucha y de incitación recíproca al mismo tiempo), que

de un "antagonismo" esencial; de una provocación permanente, que de una oposición que los



aísla en su enfrentamiento.
3. ¿Cómo analizar la relación de poder?

Se puede -mejor dicho-: es perfectamente legítimo analizarla en instituciones bien

determinadas. Estas constituyen un observatorio privilegiado para captarlas diversificadas,

concentradas, ordenadas y, al parecer, llevadas a su más alto grado de eficacia. Como una

primera aproximación, se podría esperar que en ellas apareciera la forma y la lógica de sus

mecanismos elementales. Sin embargo, el análisis de las relaciones de poder en espacios

institucionales cerrados presenta algunos inconvenientes. En primer lugar, el hecho de que

una parte importante de los mecanismos empleados por una institución tiene como objetivo

asegurar su propia conservación comporta el riesgo de descifrar funciones esencialmente
reproductoras, sobre todo en las relaciones de poder "intrainstitucionales". En segundo lugar,



al analizar las relaciones de poder a partir de instituciones uno se expone a buscar en éstas la

explicación y el origen de aquéllas, es decir, a explicar el poder por el poder. Por último,

existe el riesgo de ver en las relaciones de poder únicamente modulaciones de la ley y la

5

coerción, en la medida en que las instituciones actúan esencialmente a través del empleo de

dos elementos: reglas (explícitas o implícitas) y un aparato que corre el riesgo de otorgarles

un privilegio exagerado en la relación de poder.

No se trata de negar la importancia de las instituciones en la disposición de las relaciones

de poder, sino de sugerir que más bien es necesario analizar las instituciones a partir de las

relaciones de poder y no lo contrario, y que el lugar fundamental donde se asientan éstas debe

ser buscado en otro sitio, aún cuando tomen formas y se cristalicen en una institución.

Recordemos la definición que afirma que el ejercicio del poder es una manera para

algunos de estructurar el campo posible de acción de otros. De esta forma, lo propio de una

relación de poder es que es un modo de acción sobre otras acciones. Es decir que las

relaciones de poder se arraigan profundamente en la trama social y que no forman por encima

de la sociedad una estructura suplementaria, cuya desaparición radical podría pensarse

eventualmente. De todos modos, vivir en sociedad es vivir de manera tal que sea posible

actuar sobre la acción de los otros. Una sociedad sin relaciones de poder es tan sólo una

abstracción. Lo cual, dicho sea de paso, hace, desde un punto de vista político, mucho más

necesario el análisis de su significación en una sociedad determinada, de su formación

histórica, de los que les da solidez o las vuelve frágiles, de las condiciones que son necesarias

para que unas se transformen y otras desaparezcan. Pues decir que no puede existir sociedad

sin relación de poder no quiere decir ni que las que existen son necesarias, ni que de todas

maneras "el Poder" constituye una fatalidad indefinible en el interior de las sociedades; sino
que el análisis, la elaboración, el cuestionamiento de las relaciones de poder y del "agonismo"



entre relaciones de poder e intransitividad de la libertad, es una tarea política incesante y que

esto es incluso la tarea política inherente a toda existencia social.

Concretamente, el análisis de las relaciones de poder exige que se establezca un cierto

número de puntos:
1. El sistema de diferenciaciones que permitan actuar sobre la acción de los demás:



diferencias jurídicas o tradicionales de status y privilegios; diferencias económicas en al

apropiación de riquezas y de bienes; diferencias de puestos en los procesos de producción;
diferencias lingüísticas o culturales; diferencias en el "savoir-faire" y las aptitudes, etc. Toda



relación de poder utiliza diferenciaciones que para ella constituyen al mismo tiempo

condiciones y efectos.
2. El tipo de objetivos que persiguen aquéllos que actúan sobre la acción de los demás:



conservación de privilegios, acumulación de ganancias, utilización de autoridad estatutaria,

ejercicio de una función u oficio.
3. Las formas de institucionalización: éstas pueden conjugar disposiciones tradicionales,



estructuras jurídicas, fenómenos de costumbre o de moda (como se observa en las relaciones

de poder que presenta la institución familiar); también pueden adoptar el aspecto de un

dispositivo cerrado sobre sí mismo con sus lugares específicos, sus reglamentos propios, sus

estructuras jerárquicas cuidadosamente definidas, y una relativa autonomía funcional

(ejemplo de ellas son las instituciones escolares o militares); también pueden conformar

sistemas muy complejos provistos de múltiples aparatos, como en el caso del Estado que tiene

por función constituir la envoltura general, la instancia de control global, el principio de

regulación y, también en cierta medida, de distribución de todas las relaciones de poder en un

conjunto social determinado.
4. Los grados de racionalización: ya que el empleo de las relaciones de poder como acción



sobre el campo de posibilidad puede ser más o menos elaborado en función de la eficacia de

los instrumentos y de la certeza del resultado (refinamientos tecnológicos más o menos

grandes en el ejercicio del poder) o incluso en función del eventual costo (bien se trate del
"costo" económico de los medios empleados o del costo "reaccional" constituido por las



resistencias que se presentan). El ejercicio del poder no es un hecho en bruto, un elemento

6

institucional ni una estructura que se mantiene o se rompe: se elabora, se transforma, se

organiza, adquiere procedimientos más o menos adecuados.

Ya se entiende por qué el análisis de las relaciones de poder en una sociedad no puede

limitarse al estudio de una serie de instituciones, ni siquiera al estudio de todas aquéllas que

merecen el nombre de "políticas". Las relaciones de poder se arraigan en el conjunto de la

trama social. Sin embargo, esto no quiere decir que existe un principio de Poder, primitivo y

fundamental, que domina hasta el último elemento de la sociedad; sino que se definen formas

diferentes de poder a partir de esa posibilidad de acción sobre la acción de los demás que es

coextensiva a toda relación social, de las formas múltiples de disparidad individual, de

objetivos de instrumentaciones que se ofrecen a los demás o a nosotros, de

institucionalización más o menos sectorial o global, de organización más o menos pensada.

Las formas y los lugares del "gobierno" de unos hombres por otros son múltiples en una

sociedad: se superponen, se entrecruza, se limitan, a veces se anulan y en otros casos se

refuerzan. Es un hecho que el estado en las sociedades contemporáneas no sea simplemente

una de las formas o de los lugares -aunque sea el más importante- del ejercicio del poder,

pero, de cierta forma, todos los otros tipos de relación de poder se refieren a él. Pero no es

porque deriven de él. Más bien es porque se ha producido una estatización continua de las

relaciones de poder (aunque en el orden jurídico, pedagógico, económico, familiar no haya

adoptado la misma forma). Se podría afirmar, al referirse al sentido limitado del término
"gobierno", que las relaciones de poder han sido progresivamente gubernamentalizadas, e



decir elaboradas, racionalizadas y centralizadas n la forma o bajo la protección de las

instituciones estatales.
4. Relaciones de poder y relaciones estratégicas.

El término estrategia se emplea usualmente con tres acepciones. En primer lugar para



designar la elección de medios para llegar a una meta, se trata de la racionalidad empleada

para alcanzar un objetivo. En segundo lugar, para designar la manera en que una persona

actúa, en un juego determinado, en función de lo que estima que debe ser la acción de los

demás y de lo que juzga que los demás pensarán de cómo debe ser la suya. En resumen, en al

manera en la que se trata de tener influencia sobre los demás. Por último, para designar el

conjunto de procedimientos utilizados en un enfrentamiento para privar al adversario de sus

medios de combate y obligarlo a renunciar a la lucha. En este caso, se trata de los medios que

tiene por objetivo la victoria. Estos tres significados se reúnen en las situaciones de

enfrentamiento -guerra o juego- en los cuales la finalidad es actuar sobre un adversario de tal

manera que la lucha sea imposible para él. La estrategia se define entonces por la elección de

las soluciones "ganadoras". Pero es preciso tener presente que este caso es una situación muy

particular y que existen otras en las que es necesario conservar la distinción entre los

diferentes sentidos de la palabra estrategia.
Haciendo referencia al primer sentido indicado se puede llamar "estrategia de poder" al



conjunto de medios utilizado para hacer funcionar o para mantener un dispositivo de poder.

También se puede hablar de estrategia de relaciones de poder en la medida en que éstas

constituyen modos de acción sobre la acción posible, eventual, hipotética de los otros. Por lo

tanto, se puede descifrar en términos de "estrategias" los mecanismos empleados en las

relaciones de poder. Pero lo más importante es, evidentemente, el nexo entre las relaciones de

poder y estrategias de enfrentamiento. Ya que si es cierto que hay una "insumisión" y

libertades esencialmente reluctantes en el centro de las relaciones de poder y que son

condición permanente de su existencia, no hay relación de poder sin resistencia, sin

escapatoria o huida, sin eventual capitulación. Por lo tanto, toda relación de poder implica,

por lo menos de manera virtual, una estrategia de lucha. Una relación de enfrentamiento llega

a su término, a su momento final (y a la victoria de uno de los dos adversarios) cuando en el

7

juego de las reacciones antagonistas se sustituyen los mecanismos estables a través de los

cuales se puede dirigir la conducta de los demás con cierta constancia y con la suficiente

certeza.

Para una relación de enfrentamiento, en vista de que no es una lucha a muerte, el

establecimiento de una relación de poder constituye un punto de mira –que es su realización al

mismo tiempo que se suspende- . Para una relación de poder, a su vez, la estrategia de lucha

constituye también una frontera en la cual la inducción calculada de las conductas de los

demás no puede ir más allá de la réplica de su propia acción. Ya que no es posible que existan

relaciones de poder sin puntos de insumisión que por definición se le escapan, toda extensión

de las relaciones de poder para someterlos sólo pueden conducir a los límites del ejercicio del

poder. Éste encuentra entonces su punto de contención ya sea en un tipo de acción que reduce

a los demás a la impotencia total (una "victoria" sobre el adversario sustituye al ejercicio del

poder), o bien en un cambio de los gobernados que se transforman en adversarios. En

resumen, toda estrategia de enfrentamiento pretende convertirse en relación de poder, y toda

relación de poder tiende, tanto si sigue su propia línea de desarrollo como si se encuentra

resistencias frontales, a convertirse en estrategia vencedora.

De hecho, existe atracción recíproca, encadenamiento indefinido y derrota perpetua entre

relación de poder y estrategia de lucha. La relación de poder puede convertirse en todo

momento, y en algunos se convierte efectivamente, en un enfrentamiento entre adversarios.

Asimismo, las relaciones entre adversarios en una sociedad, dan lugar, en cualquier momento,

a la utilización de mecanismos de poder. Esta inestabilidad hace que se puedan descifrar los

mismos procesos, los mismos acontecimientos y las mismas transformaciones, tanto en el

interior de la historia de las luchas, como en la de las relaciones de poder y de los dispositivos

del poder. No aparecerán los mismos elementos significativos, ni los mismos

encadenamientos, ni los mismos tipos de inteligibilidad, aunque se refieran a la misma trama

histórica y aunque ambos análisis se remitan mutuamente.

Justamente la interferencia de las dos lecturas hace que aparezcan estos fenómenos
fundamentales de "dominación" que presenta la historia de gran parte de las sociedades



humanas. La dominación es una estructura global de poder cuyas ramificaciones y

consecuencias se pueden encontrar hasta en los más sutiles nexos de la sociedad. Pero al

mismo tiempo es una situación estratégica más o menos adquirida y consolidada en un

enfrentamiento de amplia duración entre adversarios. Puede suceder que un hecho de

dominación sólo sea la transcripción de uno de los mecanismos de poder, o de una relación de

enfrentamiento y de sus consecuencias (una estructura política que se deriva de una invasión).

También puede ocurrir que una relación de lucha entre dos adversarios sea efecto del

desarrollo de las relaciones de poder, con los conflictos y las escisiones que trae como

consecuencia. Pero un fenómeno central en la historia de las sociedades es que la dominación

de un grupo, de una casta, de una clase y las resistencias y rebeliones a que se enfrenta, revela

-bajo una forma global y compacta, que se encuentra a la escala de la sociedad en su

conjunto- el encadenamiento de las relaciones de poder con las relaciones estratégicas y sus

efectos de causalidad recíproca.
NOTAS:

1. El artículo original en francés fue publicado en Hubert Dreyfus, Paul Rabinow y Michel
Foucault, Un Parcours PhilosophiqueParis, Editions Gallimard, 1984.



2. Cuando Habermas distingue dominación, comunicación y actividad dotada de un fin, no las
concibe, en mi opinión, como tres territorios diferentes sino como tres "trascendentales".

3. El término conduite significa al mismo tiempo "conducción" "conducta", homónimos que


no era posible conservar en español (N. del T.)