El concepto de Ciudadanía puede
ser definido como el status jurídico a partir del cual se adquieren unos
derechos y unos deberes, relacionados con el Estado del que se forma parte. Los
derechos del ciudadano deben ser reconocidos por el Estado al que pertenece el
individuo, a diferencia de los derechos humanos, que son universales. En una
sociedad democrática los valores de la Ciudadanía deben coincidir con los
principios de los derechos humanos, han de estar relacionados con los valores
propios de la convivencia democrática. Los comportamientos cívicos como el
respeto y la tolerancia deben ser promovidos por las instituciones estatales,
y, por lo tanto, es lógico que formen parte de los valores que hay que
transmitir a través de la educación en valores. La libertad es uno de los
pilares fundamentales de la convivencia democrática, pero está supeditada al
respeto de las libertades del prójimo y a la aceptación de las normas de
convivencia que en cualquier colectividad se consensuan con la finalidad de
permitir su funcionamiento. Los ciudadanos deben obedecer las leyes (siempre
que no estén en contradicción con los derechos humanos), siendo éste, el otro
gran pilar de la convivencia ciudadana. John Stuart Mill (1806-1873), es uno de
los teóricos más importantes en el estudio del ámbito de la libertad. Según
John Stuart Mill existen dos ámbitos de la vida de los ciudadanos: la vida
privada, y la vida pública. Los seres humanos, en el ámbito privado, escogen
aquellos elementos que consideran fundamentales para la buena vida. Por
ejemplo, siguen los principios religiosos que consideran más adecuados, o
tienen las opiniones que quieren, y el Estado no debe intervenir en estas
cuestiones de la vida privada. Consideraba también que muchos de nuestros actos
afectan a otras personas, por lo que no pueden circunscribirse dentro del
ámbito privado. En estos casos, el Estado puede intervenir. John Stuart Mill
Las ideas de John Stuart Mill han ido penetrando lentamente en la sociedad y
adaptándose a las nuevas sensibilidades. Por ejemplo, durante mucho tiempo se
consideró privado el ámbito doméstico. Hoy, sin embargo, consideramos que la
violencia doméstica debe ser perseguida, ya que pese a desarrollarse en el
interior del domicilio, el Estado debe proteger a las víctimas de dicha
violencia. La educación en valores debe fomentar los comportamientos cívicos, y
las ideas clave de la sociedad democrática como son la igualdad, la lucha
contra todo tipo de discriminación y de toda actitud que deteriore la convivencia.
Un ejemplo especialmente relevante es el de la violencia contra las mujeres y
la desigualdad de oportunidades que existe entre hombres y mujeres. Hay que
acabar con la violencia hacia las mujeres y con la desigualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres, y la educación es el método más eficaz.
LA CIUDADANÍA
ALIENADA EN EL TRABAJO.
Al formular este concepto trabajo alienado o alienación en el trabajo, Marx
tiene muy presente las condiciones infrahumanas de los trabajadores durante la
revolución industrial, que son por otra parte las características de los
periodos de capitalismo salvaje.
Que el ser humano se sienta alienado, enajenado en el trabajo, significa
que se siente extraño, ajeno trabajando, que no se reconoce en el trabajo que
realiza, que no encuentra su naturaleza expresada en esta actividad. Ello es
así, porque para empezar se le explota económicamente: el trabajador crea un producto
y recibe a cambio un salario muy inferior al valor de lo por él producido. El
hombre, que es un ser naturalmente creador, no puede reconocerse en una obra
que se le enajena. Tampoco puede reconocerse en el acto mismo de la producción,
que no es un acto libre, creativo, que no le pertenece, sino que es propiedad
también del patrón que le paga. El hombre es por ello infeliz en el trabajo, no
se reconoce a sí mismo trabajando, sino “fuera de sí”, sólo fuera del
trabajo puede reconocerse como ser humano. De lo que se trataría, pues, es de
abolir este trabajo enajenado en una sociedad ideal sin propiedad privada ni
clases, en la que cada individuo pueda dedicarse al libre desarrollo de sus
potencialidades, esto es, en la que consiga establecer una especie de identidad
trabajo=creación=ocio=juego, es decir: una situación en la que el trabajo
produce placer, recrea, de modo que el trabajador pueda identificarse con lo
que produce y con el acto de su producción.
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